La muerte de Arturo Beltrán Leyva vuelve a dibujar el mapa del narcotráfico en México de una forma tan dramática y brutal como cuando comenzó la metamorfosis hace casi 21 meses. En ambos casos, quien era el jefe militar del cártel de Sinaloa hasta que rompió con sus viejos socios, fue el protagonista y actor central durante el periodo más sangriento que ha padecido México desde la Revolución Mexicana.
En ambos casos, la violencia desatada por él provocó el principio y el fin del ciclo en el cual los cárteles de la droga entraron en una dinámica de recomposición y alianzas que hizo que aun los expertos tuvieran dificultades para mantener su ritmo de reinvenciones.
Beltrán Leyva murió este jueves de la misma manera como sacrificó a decenas de familiares y amigos de sus antiguos socios a partir de marzo de 2008: fueron por él a su casa, lo obligaron a intentar escapar y lo mataron. Unidades de élite de la Marina que tenían la encomienda presidencial de rastrearlo y cazarlo, cumplieron la misión. Una larga investigación que llevaba a cabo el comandante interino de la Policía Federal, Gerardo Garay, interrumpida por el exprocurador general Eduardo Medina Mora que lo arrestó con acusaciones hasta hoy no comprobadas, fue retomada y armada con el mayor sigilo para evitar que la red de protección institucional que tenía a sueldo, lo alertara.
En tres ocasiones claramente se les había escapado. La primera, cuando fueron por él agentes federales a una casa en el Pedregal de San Ángel en la ciudad de México, pero por una llamada proveniente -se tiene confirmado- de un teléfono de la SIEDO, pudo huir, dejando caliente sobre la mesa la comida que iba a empezar. Una segunda ocasión, fortuita, se dio durante una persecución de casi 45 minutos por carreteras de Morelos, de lo que pudo escabullirse porque su equipo de protección cambió su vida a cambio de la libertad de su jefe, enfrentándose hasta la muerte con fuerzas federales. La tercera, realizada ya por las unidades de la Marina, fue hace escasa una semana en Tepoztlán, también Morelos, cuando pudo escapar en medio del operativo.
Su muerte este jueves descabeza a los Beltrán Leyva, pues sus dos hermanos que pertenecen al cártel y que se encuentran libres, no tienen ni la sagacidad ni la furia a veces irracional de Arturo. Alfredo, alias El Mochomo, se encuentra preso desde 2008. Su arresto comenzó la reconfiguración de los cárteles al ser tomada como pretexto por Arturo, apodado El Barbas, quien acusó de delatores a Ismael El Mayo Zambada y Joaquín El Chapo Guzmán, y rompió con sus socios. La separación fue muy dolorosa y sangrienta para el cártel de Sinaloa.
El Mochomo tenía la responsabilidad de cuidar a las familias de los jefes de la Federación, un paraguas de cárteles que incluía al de Sinaloa, Juárez y el Milenio, que se enfrentaban a unos disminuidos hermanos Arellano Félix en Tijuana, y a uno poderoso, el cártel del Golfo y su brazo armado de Los Zetas, en Guerrero y Michoacán. Al caer preso, El Mochomo le mandó decir a su hermano que Guzmán y Zambada, que eran sus compadres, no lo habían delatado, por lo cual abriera fuego en su contra. Arturo Beltrán Leyva, en realidad, era lo que necesitaba para expandirse.
En diciembre de 2007, semanas antes de la detención de El Mochomo, se reunió en Cuernavaca con Heriberto Lazcano, el Z-1, para forjar una alianza, lo que significaba profundizar la crisis de éstos con el cártel del Golfo, y romper de la manera más dramática con la Federación y el corazón del cártel de Sinaloa. Con el pacto listo, el arresto le dio la justificación. El Mochomo, que sabía que sus errores de seguridad causaron su detención, trató de detener a su hermano. Pero El Barbas capturó la lista con los nombres y direcciones de los familiares de capos que protegía Alfredo desde 2002 y comenzó la matanza. Arrancó con el asesinato del hijo de Guzmán en Culiacán a fines de febrero y siguió toda la primavera en Sinaloa. Guzmán y Zambada respondieron.
La fractura en Sinaloa propició toma de bandos. Todos, salvo el cártel de Juárez, declararon la guerra a los Beltrán Leyva, que empezaron a pelear por las plazas del Distrito Federal -la joya era el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México-, y la muy codiciada ruta que va de Gómez Palacio-Torreón, hasta Ciudad Juárez, por donde entra el 70 por ciento de la cocaína a Estados Unidos. Zambada mantuvo el control en la capital federal y se enfrentó con los Beltrán Leyva y el cártel de Juárez por el corredor de la cocaína, que desató la batalla continua más sangrienta per cápita desde que el gobierno declaró la guerra al narcotráfico.
El jefe del cártel de Juárez, Vicente Carrillo, no habría podido enfrentar al de Sinaloa sin el apoyo de los Beltrán Leyva y Los Zetas. Una vez muerto El Barbas, Los Zetas que no tienen la estructura operativa en Juárez, probablemente se replegarán de una guerra que no es suya, y dejen solo a Carrillo, quien carece de fuerza para resistir. Lo que no va a durar es el vacío en la cadena de suministro de la cocaína colombiana a Estados Unidos que manejaban los Beltrán Leyva. Quien está en la mejor posición para ocupar ese lugar es El Mayo Zambada, que ha recompuesto su red en el Aeropuerto Internacional, después de que su hermano Jesús El Rey Zambada fuera detenido el año pasado en la ciudad de México por Garay.
La investigación contra los Beltrán Leyva demoró el año que vivió extra Medina Mora como procurador, al igual que la red de protección institucional a los narcos dentro de la PGR. El exprocurador debe estar limpio de corrupción, pues de otra manera el presidente Felipe Calderón no lo hubiera enviado como embajador al Reino Unido para protegerlo. Las dependencias relacionadas con la seguridad mexicana no, y haber dado la responsabilidad a la Marina de la operación contra Beltrán Leyva subraya los problemas. Serán más si no empieza la cacería contra Zambada y Guzmán, los principales ganadores de la muerte de Beltrán Leyva. Mientras no caigan, permanecerá la sospecha de que los gobiernos panistas tienen una debilidad por El Chapo y El Mayo, lo que neutralizará y manchará el espectacular golpe que se apuntó con el final en Cuernavaca esta semana.
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