jueves, 13 de noviembre de 2008

Las propuestas que el Presidente que los EU necesita en este momento deberia impulsar

http://espanol.larouchepac.com/news/2008/08/25/que-se-haga-realidad-el-sue-o-de-la-revoluci-n-americana.html

¡Que se haga realidad el sueño de la Revolución Americana!

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29 de julio de 2008 (LPAC).— Helga Zepp-LaRouche, presidenta del partido Movimiento Solidaridad de Derechos Civiles (Bueso) de Alemania escribió la siguiente declaración. Se ha traducido del original en alemán.

¡Que se haga realidad el sueño de la Revolución Americana!

Resolución

A todas las naciones miembros de la Organización de las Naciones Unidas y a los candidatos presidenciales de la contienda electoral en Estados Unidos.

Acordado durante el Seminario de EIR que se llevó a cabo el 26 de julio en Wiesbaden, Alemania, con la asistencia de parlamentarios, economistas y expertos judiciales de Francia, Italia, Suecia, Austria, Estados Unidos, Niger, Zimbabue, Jordania y Alemania.

"Sostenemos que estas verdades son evidentes por sí mismas, que todos los Hombres son creados iguales, que han sido dotados por su Creador de ciertos Derechos inalienables, entre ellos la Vida, la Libertad y la Procura de la Felicidad. Que para garantizar estos Derechos, se instituyen Gobiernos entre los Hombres, que derivan su Poderes justos del Consentimiento del Gobernado; que cuando sea que cualquier Forma de Gobierno se vuelve destructiva hacia estos Fines, es Derecho del Pueblo alterarlo o abolirlo, e instituir un nuevo Gobierno, sentando sus Fundamentos en dichos Principios, y organizando sus Poderes de tal Forma, del modo que les parezca efectuar su Seguridad y Felicidad más posible". Esto dice la Declaración de Independencia de Estados Unidos de 1776.

El 28 de agosto de 1963, Martin Luther King le recordó al mundo en su famoso discurso "Tengo un sueño": "Cuando los arquitectos de nuestra república escribieron las palabras magníficas de la Constitución y de la Declaración de Independencia, firmaron un pagaré que habría de heredar todo estadounidense. Este pagaré era una promesa de que a todos los hombres, si negros igual que blancos, se les garantizarían los derechos inalienables de la vida, la libertad y la procura de la felicidad. Hoy día es obvio que Estados Unidos ha incumplido ese pagaré, en lo que toca a sus ciudadanos de color".

Pero la Revolución Americana y el establecimiento de una república en el Nuevo Mundo no era un "faro de esperanza y templo de la libertad" sólo para América, sino que representaba una perspectiva para un futuro en el que eventualmente se superaría al imperialismo y al colonialismo en todo el mundo. El plan de John Quincy Adams a favor de una "comunidad de principios" de repúblicas plenamente soberanas, que no obstante estarían ligadas por las metas comunes de la humanidad, fue el cumplimiento noble de la idea del derecho internacional del pueblo, tal como lo estableció la Paz de Westfalia. Desafortunadamente, hoy día es obvio que Estados Unidos ha tenido su promesa para la comunidad internacional, tan a menos como el reclamo de King en cuanto a los ciudadanos de color en su momento. Pero ahora se presenta una oportunidad única, y quizás la última oportunidad, con la campaña presidencial en Estados Unidos, para infundir los ideales de la Revolución Americana, de John Quincy Adams, Lincoln, Franklin D. Roosevelt, y de Martin Luther King, y darles nueva vida.

Nunca antes en toda su historia se había visto la humanidad amenazada por peligros mayores como ahora. Atravesamos la fase final de un derrumbe sistémico del sistema financiero mundial, cuyos efectos hiperinflacionarios ya han generado disturbios por el hambre en más de 40 naciones, y amenazan enormemente los niveles de vida de la mayoría de la población en las llamadas naciones industrializadas también. El sistema de libre comercio irrestricto propio de la globalización ha fracasado por complete, y amenaza con hundir al mundo en un estado de caso que amenaza las vidas de muchos millones, si no miles de millones de personas.

Mientras que en las décadas de los 1950 y 1960, todavía prevalecía la idea de las Décadas de Desarrollo de las Naciones Unidas, es decir, la perspectiva de que se superaría el subdesarrollo de las naciones en desarrollo cada década, paso a paso, a fin de alcanzar tan pronto como fuese posible el nivel de las naciones industrializadas, a partir de mediados de la década de 1960 se estableció un cambio de paradigma, según el cual ya no se trataba de supera el subdesarrollo mediante la construcción de infraestructura, de la industria y la agricultura, sino de la "sobrepoblación", de "tecnología apropiada" y de "desarrollo sustentable". En vez de producir cosechas para el bienestar de sus propias poblaciones, los países en desarrollo tenían que producir, cada vez más, las mentadas "cash crops" para exportar, a fin de pagar su deuda externa, la cual había crecido constantemente debido a las condiciones del FMI.

En las naciones industrializadas, este cambio de paradigma condujo cada vez más a un alejamiento de la producción a favor de la especulación. Mediante la práctica de "exportar" las fábricas enteras ("outsourcing") a los países donde el salario era menor, se destruyó a la pequeña y mediana industria y a los empleos altamente calificados en las naciones industrializadas, en tanto que el ingreso real en los países con bajos salarios no cubría el costo real desde el punto de vista de la economía física. Mediante esta política de libre comercio, se ha destruido una capacidad importante en la industria y la agricultura durante los últimos 40 años. Una pequeña minoría de la población en cada país se volvió obscenamente rica, en muchos lugares se destruyó a la pequeña y mediana industria, mientras que el 80 por ciento de la población en todos los países se volvió más pobre aún. La situación se ha hecho cada vez más aguda, al punto al que se refería Gandhi en referencia a los amos coloniales británicos: "Riqueza sin trabajo, placer sin conciencia, conocimiento sin carácter, comercio sin moralidad, ciencia sin humanidad, culto sin sacrificio y política sin principios".

El modelo de la globalización y el libre comercio ha resultado en un fracaso, el cual ha quedado demostrado, en el aparente derrumbe final de la ronda de Doha de las negociaciones de la OMC en Ginebra. Por lo tanto, es de suma urgencia que de nuevo pongamos sobre el tapete las ideas que se han propuesto anteriormente, por ejemplo, en Sri Lanka por el Movimiento de los No Alineados en la Conferencia de 1976, en la Resolución de Colombo, a saber, la demanda por un nuevo orden económico mundial justo, que le permita a todos los pueblos y todas las naciones del planeta una vida human en libertad y la procura de la felicidad, como lo demanda la Declaración de Independencia.

La próxima Asamblea General de las Naciones Unidas, que se inicia este año el 26 de septiembre en Nueva York, es quizás la última oportunidad de poner en el orden del día los intereses de la humanidad en su conjunto, y no los de unos cuantos especuladores. Si dirigentes valerosos de varias naciones se comportan como lo hicieron personajes sobresalientes como el ex Ministro de Relaciones Exteriores de Guyana, Fred Wills en 1976, o el ex Presidente de México José López Portillo en 1982, entonces se puede poner en marcha la reconstrucción de la economía mundial con tiempo, después del derrumbe del sistema.

Lo que necesita la humanidad hoy día son individuos que tengan la visión y el amor por la idea de la comunidad internacional, que ponga en el orden del día la cuestión de un nuevo orden económico mundial justo. Esta resolución es un llamado a los representantes de todas las naciones para trabajar por esta meta. Y entre más fuerzas apelen a los tres candidatos presidenciales que aún están en la contienda electoral, a que honren la promesa de la Constitución y la Declaración de Independencia de Estados Unidos a todas las naciones del planeta, mayor es la posibilidad de que Estados Unidos pueda retomar el papel positivo que jugo en los tiempos de Benjamin Franklin, Alexander Hamilton, John Quincy Adams, Abraham Lincoln y Franklin D. Roosevelt.

Firmantes:

Helga Zepp-LaRouche


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